miércoles, 25 de noviembre de 2015

WITHOUT THIMBLE: FULAR TRANSFORMADO


  ¿Quién no tiene un maxi fular de estos tan guay? Sí, de los que te envuelven que da gusto y que con cazadora quedan estupendos, pero que cuando llega el frío, con abrigo y gorro, como que se vuelven imposibles. A mi por lo menos me agobia muchísimo, sobre todo cuando entro en algún sitio ¡y noto el golpe de calor!
  Solución: ¡tijeretazo! Pero bien dado, ¡eh!


  Este fular que veis en la imagen no es de los más voluminosos (tendríais que ver los de mis primas... ¡unas señoras mantas!), pero como cuando mi madre lo vio le gustó el color, me dije: lo convierto en dos y le regalo uno.
  Por cierto, el cojín-muñeca-psicópata que hace de cabeza, es una creación de Juls (si me pides derechos de autor me hago la sueca); me encanta, tiene cara de que la va a liar pero bien...


  Bueno, entremos en materia: lo primerísimo de todo, rematar los extremos, porque sí, señores fabricantes, una cosa que me encanta de los fulares es que se deshilachen; no hay nada como ir perdiendo hilos, o que se te enreden, o que tires de uno pensando que es un pelo y te lo cargues...
  Pues eso, se da una puntada tipo zigzag o de adorno, la que más os guste; eso sí, aseguraos de que engancha un par de filas, que si no sirve para poco. Hecho esto se acabó el problema... y sorpresa, ¡no se nota!


  Juntamos ahora los picos, dándole forma de triángulo, lo fijamos con alfileres para evitar que se nos mueva, y le pasamos la plancha. Cogemos una cinta de algodón (si va a tono mejor, aunque tampoco es que se vaya a ver mucho después...) y la planchamos por la mitad también; medir la diagonal y así sabréis cuanta necesitáis.


  Hacemos coincidir ahora la línea de plancha del fular y la de la cinta, y la sujetamos con alfileres, para pespuntearlo después en la máquina. Puntada al canto en el orillo y en la línea de plancha también; importante esta última, porque si no, al meterle la tijera, los hilitos irán un poco/mucho a su bola, y a ver cómo los sujetáis después...


  ¿Listo? Es hora de coger la tijera; cortad siguiendo la línea de plancha que he menciona ya unas cuantas veces (soy un poco pelma). Pasad los dos fulares que ya tenemos por la remalladora (zigzag para los que no tengáis) y...


  ...doblamos el orillo (el ancho de la cinta) y sujetamos una vez más con alfileres. Le damos una nueva puntada, procurando pasar por encima del remallado... ¡y trabajo terminado!


  Aunque le puse una estrellita super mona al fular que se quedaría mi madre.
  Como veis en la imagen de presentación, a pesar de haberse quedado en la mitad, el fular sigue teniendo mucho volumen... ¡y me queda genial! (eh, lo pienso yo, y mi abuela también)


  Volviendo al de mi madre, lo doblé, le até una cuerda, y listo para la entrega... ¡Pero qué ven mis ojos, si es Pascal! Sí hombre, el mismo que viajó conmigo a Eurodisney ¡y que nunca salió de la maleta! Es chulo, ¿eh?

 

  Si a alguien le apetece, el patrón es este que encontré en Lanas y Ovillos; tienen cosas realmente interesantes en esta web. Me parece que las patas no las hice como marca el patrón, pero lo demás sí que lo seguí; creo...

  Por cierto, que no suelo hablar de tiempos, principalmente porque no me fijo en el reloj, pero que para hacer la transformación del fular tardé aproximadamente hora y media. Que a veces no lo parece, porque lo cuento todo en plan rápido, pero es importante señalar que estas cosas si quieres hacerlas bien, llevan su tiempo.

  Bueno, pues ya tenéis nuevo entretenimiento para los días de frío y lluvia; ¡la que está cayendo aquí! Ya me contaréis qué tal os va...

¡Nos vemos!
M..

martes, 17 de noviembre de 2015

DIY: PUERTA RATONCITO PEREZ


  No es que sea el objeto más novedoso del mundo, pero sí algo que me apetecía hacer desde la primera vez que lo vi. Lo apunté en la lista y ahí se quedó, total tenía muchísimo tiempo hasta que mis primitas la necesitaran... ¡Pues no! En contra de lo que yo pensaba, a los niños no se les caen los dientes hacía los siete años, no, pueden empezar a los cuatro como en el caso de la Princesa. ¡Y así me pilló Paco con las rebajas!
  Con el segundo diente en movimiento, dejé de lado lo que tenía previsto, y me puse a hacer las puertas del Ratoncito Pérez, una para la Princesa y otra para la Pirata (tarde para la primera, con muuuucho tiempo para la segunda).


  Lo primero era comprar las puertas. Estas en concreto, son de un chino; las vi un día de casualidad,  luego me acordé de ellas y allí que me fui a buscarlas. Al encontrarlas tiempo que gané, porque la otra opción era comprarlas en alguna web de manualidades, y eso seguro iba a tener su tiempo de espera por el envío... ¡Y las quería para ya!
  Bueno, pues ya en casa, como no tenía muy claro cómo iba a decorarlas, esparcí por la mesa todo tipo de materiales: lazos, cintas, botones, telas adhesivas, hilos... vamos, que dejé la mesa bonita... Y en medio de ese maravilloso caos, me puse manos a la obra:


  Comencé desmontando la puerta, que tenía dos partes; pensé en hacerla de forma que pudiera abrirse con alguna bisagra o algo así, luego lo medité un poco más y me di cuenta de que me iba a meter en un lío bueno, así que, la parte trasera la guardé para futuras manualidades. Quedándome con la delantera, le quité el plástico de la ventana, el cual me sirvió de guía para cortar el trozo de goma EVA (Ethylene Vinyl Acetate... que no es por ir de guay, sino que lo acabo de mirar para saber por qué narices se llamaba así...) que iba a colocar ahí. Pues eso, se marca se corta y se pega.


  Le pegué después una cinta color aguamarina (cómo me gusta este color, no se nota nada, ¿eh?); era una cinta tipo imitación de cuero muy práctica, y que se pegó perfectamente. Por cierto, ¿apreciáis el brilli-brilli de la goma EVA? es que es mágica...


  Me centré después en la guirnalda, que no os la voy a enseñar, pero su primera versión estaba hecha con telas adhesivas... quedó tan fea, que se fue a la basura directa. Opté por los washi tape para la segunda (sí, hombre, estas cintas que algun@s usan casi hasta para decorar el papel higiénico...) La verdad es que esta vez fue mucho más sencillo: se cortan varios trozos, se pegan al hilo, y por último se cortan con forma de pico. La situé sobre la puerta allí donde iba a colocarla y la pegué al lateral con otro trocito de washi (tampoco es que importara mucho, iba a taparla después...)


  Toca ahora hacer el cartel: la primera idea fue hacerlo a mano, para que fuera más personal, pero después de varios intentos y pérdida total de la paciencia, encendí el ordenado... y así quedó mucho más mono y legible (¡que hay días que ni yo misma entiendo mi letra!) Eché mano del washi otra vez para pegarlo sobre la misma cartulina en la que imprimí el nombre (¡ah! que pone Señor Pérez, para quien no lo entienda) Se recorta el nombre, se pega con celo de doble cara sobre el washi, se recorta  todo junto... ¡y a la puerta!


  Se coloca en el lateral más washi, esta vez uno dorado con brilli-brilli (ojo, ya veréis más adelante que es la parte más importante de la puerta, jeje...). Pegué después un botón a modo de pomo, en negro, para darle un poco de contraste y que quedase menos ñoña (que lo es, ya lo sé; por cierto, también aquí hice varias pruebas que tampoco os voy a enseñar, jojo). Por último, buscando un poco más de color, le pegué a la base un palo de estos de médico (ya sabéis, aquellos con los que te miran la garganta y que según los ves, ya te empiezan a dar arcadas; igual esto solo me pasa a mi...) que estaba teñido de fucsia. Y con esto, ya tenía una puerta; me puse con la segunda, cuyo montaje fue bastante más rápido, porque ya tenía claro cómo iba el asunto...
  Finalizado el trabajo, me fui a airearme, porque tanto jugar con el loctite, llevaba un pedo tremendo (me pasa con el pegamento, y con los rotus con base de alcohol también... ¡una pena!)
  


  Pero no debí de tener suficiente, porque al día siguiente se me ocurrió que podía hacer también una tarjeta de presentación, con instrucciones para las niñas y para los padres, que nunca están de más... Lo que pone en castellano se lee bastante bien, así que solo traduzco lo escrito en euskera para quien no lo entienda: 
PUERTA DEL RATÓN PÉREZ (que lo he subido de categoría...)
Deja en el saco el diente caído, y a la noche,
cuando estés dormido, 
cruzaré la puerta mágica y lo cambiaré por un regalito.

  Hice una bolsita con fieltro también, y al acabarla caí en la cuenta de que el diente iba a caber perfectamente, pero que las monedas de 2 euros por ejemplo, como que iban a tener problemas de espacio (ni os cuento si tenían la suerte de recibir un billete), así que me fui otra vez al chino y compré estas bolsitas tan monas; como venían unas cuantas, tengo reservas para cuando las vayan perdiendo...


  Hice los paquetitos tan monos que veis en la imagen (a falta de confetti, metí lentejuelas) y me acerqué al parque. Se las di y alucinaron, pero como no tenían muy claro cómo funcionaban, sacamos una y la colocamos en una columna. Y así les expliqué que la parte dorada brillante que tocaba la pared era la parte mágica de la puerta, que una vez estaba pegada, cuando el Ratoncito Pérez se enterara de que se les había caído un diente, sacaría su llave mágica, el lateral se encendería y entraría por ella. Alucinadas y emocionadas me miraron las dos, ¡tenían una puerta mágica!
  Pero la Princesa todavía tenía sus reservas, después de todo, a ella ya se le había caído un diente, y el Ratoncito había estado en su casa para dejarle el regalo. Entonces le dije que, unos días después, me había encontrado una nota de él y que me pedía que les hiciera las puertas, porque le había costado mucho entrar, y que me dejaba la cinta mágica para eso. Bueno, bueno, bueno, después de esto, que sepáis que soy la mejor prima-tía del mundo mundial (me temo que cuando crezcan y se acuerden de la bola que les conté, seré la más mentirosa... pero hasta que llegue el momento, ¡llevaré  mi título con orgullo!)


  Para terminar, aquí os dejo algunas fotos que hice de una de las puerta en diferentes paredes de mi casa y de las de mis padres; mí madre me miraba como diciendo 'vaya pedrada que tiene la pobre', pero anda que no me los pasé bien...
  No descarto hacer más puertas, son entretenidas de hacer y además pueden ser un buen regalo.

  Nos vemos...
M..

jueves, 12 de noviembre de 2015

SWEET LAB: BASKET CAKE

 


Actualmente me encuentro inmersa en el diseño/creación de las tartas que tengo que hacer para Iceman, y para el Adolescente Pedorro (¿quién? mi primo/ahijado), y para la Pirata... (es que en mi familia se concentran los cumpleaños al final del año...) Pues eso, como parece que no tengo suficiente dulce rondando, hoy os voy a hablar ¡de una tarta! Empalagada voy a terminar...
  Esta la hice allá por mayo para el hijo pequeño de mi compi vecina de mesa (sí, sí, la misma que se dio por aludida con el Snowgie, pero que no ha cogido el ganchillo todavía...) Tengo buena sensación con este chaval, va a ser famoso, ahora, todavía no tengo claro en qué va a despuntar. El tiempo lo dirá... y entonces aprovecharé la coyuntura para hacer saber que soy su proveedora oficial de tartas de cumple. Se me está yendo la pinza, ya lo sé...


  La tarta del año pasado fue una de Batman, sencilla y muy bonita, de la cual no supo nada hasta que se la entregaron en la merendola; me estoy acordando del video que le grabaron mientras abría la caja: estaba alucinado, con una mezcla de emoción y vergüenza... pero que en cuanto un amigo alargó la mano para tocarla, rápido que lo apartó, ¡era su tarta de Batman! (por esto me gusta hacerlas, estas reacciones ¡merecen mucho la pena!)
  Bueno pues, pensando en la tarta para este año, cambiamos la temática, porque los super héroes están muy bien, pero los niños se van haciendo mayores... Así que nos decidimos por el baloncesto, otra de sus aficiones. Pues eso, siguiendo con la sencillez, esta fue la tarta que se me ocurrió. Puede parecer hasta sosa, pero es que la sorpresa la llevaba dentro...


  ...porque para hacer el bizcocho usé un molde que me regalaron mis primas, y que le da al interior forma de corazón; era la primera vez que lo usaba, y me quedé un poco justa de masa, pero bueno, que en la tarta no se notaba (y ya he aprendido para la próxima). Si os interesa, es este de Wilton (señores míos de la marca, si quieren regalarme algo de su extensa gama de productos, yo lo acepto encantada...)
  Como veis en la imagen, quedan en el bizcocho unos surcos, los cuales, deben rellenarse con alguna crema, y así se creará el corazón. Me decanté por una crema de trufa, que con el bizcocho de vainilla casa a la perfección. Pues eso, se rellena hasta el borde y luego se montan uno sobre el otro; ojo, fijaos bien no vayáis a poner el corazón al revés... (no desesperéis, se diferencian muy bien cuál es la parte de arriba y cuál la de abajo)


  Hecho esto, pringamos la tarta para poder colocarle después el fondant. ¿Y qué pinta aquí la mermelada sangrienta? os preguntaréis. La cuestión es que pensaba cubrir la tarta con crema de trufa también, peeeeero ¡me quedé corta una vez más! Podía haber hecho más crema, sí, pero tenía muy claro dónde iban a terminar las sobras (primero en mi estómago, y en mi culo después...), así que me pareció que una mermelada era una mejor opción. ¿Tenía que ser de fresa? pues... era la que tenía, ¡y punto!


  Se cubre la tarta con el fondant (¡qué bien se portó este día!) y una vez está bien colocado, se quita el exceso de azúcar glas (que no lo suelo decir, pero lo hago siempre, en la tarta y en la cámara, que suele terminar deliciosa...)


  Bueno pues, comenzamos con la decoración. Se hacen primero con ayuda de una esteca unas líneas sobre la tarta, que nos harán de guía después. Amasamos y estiramos el fondant negro, y cortamos varias tiras (mejor que queden largas...) La primera que colocamos es la del contorno de abajo y que tiene la virtud de tapar pequeños fallos (lo reconozco, todavía no he conseguido ninguna tarta con el bajo completamente liso, ¡pero lo conseguiré!) Y luego ya colocamos las otras líneas; humedeced las guías y colocarlas encima, veréis qué rápido se pegan.


  Nos ponemos ahora con la camiseta. La elección de colores la hice a mi gusto, porque resulta que cuando me iba a poner a hacerla, me di cuenta de que no sabía cómo era su equipación... (qué mentirosa soy, en el boceto ya se intuye que iba a hacer lo que me daba la gana...) ¿pero veis qué bonita queda en azul? queda ideal de la muerte con el naranja del balón... 
  A ver, que me pierdo: se alisa un trozo del fondant, se corta un rectángulo, y se cortan después escote y sisas. Se cortan estas mismas partes en otro color y lo pegamos. Le colocamos por último el dorsal (¿se llama así?), que por cierto, el número también me lo inventé; bueno, le puse los años que cumplía en realidad.


  Dejamos la repostería un rato, y no dedicamos a las manualidades: se dibujan los banderines (con el ordenador en mi caso), se imprimen en un papel un poco grueso (100 gr por ejemplo), se cortan, se les pone cinta de doble cara y los vamos pegando uno a uno al hilo. Se cogen después un par se palos de estos de pincho moruno, se ata en ellos el hilo y...


  ...a la tarta que van; ojo, calculad bien, que si los metéis mal y tenéis que hacerlo otra vez, los agujeritos que quedan no lucen nada (esto me lo estoy imaginando, de momento no me ha pasado; ¡signo de la victoria!)


  Y ya tenemos la tarta, bonita, ¿eh?

  Lamentablemente, no tengo foto de su interior, olvidé decirle a mi compi que le sacara una... Pero cuando me mandó un wassap diciéndome que a su ternero le había encantado la tarta y que el detalle del corazón había sido precioso me convencí de que había quedado realmente bien, porque ella no sabía nada de que iba con sorpresa...
  ¡Oh, qué buena soy! (a veces...)

  Bueno, voy a seguir enredando... ¡Nos vemos!
M..

P.d.: por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que ya llega la navidad? el primer catálogo de juguetes me esperaba en el buzón la última semana de octubre... ¡Qué pereza más grande!

sábado, 7 de noviembre de 2015

CROCHETMANIA: PELOTA OSO


  ¿Tenéis un trasto en casa y no sabéis cómo entretenerlo/engañarlo? Os traigo la solución: esta pelota-oso de ganchillo.
  Porque nuditos míos, fue exactamente así como tuve la idea, necesitaba controlar a la Pirata. Y es que mi prima tuvo un segundo embarazo un poco complicado, así que algunas tardes iba a su casa a echarle una mano con la trasto. La idea era llevarla al parque, bañarla... pero, casualidades de la vida, el tiempo durante aquellos meses fue malo no, malísimo, por lo que la primera parte no fue posible cumplirla (lo de bañarla sí, y menudas risas nos echábamos las dos con las olas de su bañera...)
  Pues eso, los que tenéis niños, ya sabéis lo que pasa cuando están mucho tiempo en casa, sobre todo si son movidos... Y entonces se me ocurrió: iba a hacerle una pelota para poder jugar en casa, y además iba a ser ligera y blandita, para no romper nada.
  ¿Veis los colores tan preciosos que tiene? Pues ahora veréis otros, porque para explicaros cómo se hace, he ganchilleado una nueva... pero que sepáis que la original sigue viva, me la enseñó la última vez que estuve en su casa (aunque igual la ha cogido el Bicho y ha pasado a mejor vida...)

  Bueno, pongámonos al lío, veréis que es muy fácil de hacer. 
  Lo primero, materiales:
Lana de dos colores (grosor medio)
Lana negra para ojos y boca 
Ganchillo de 7 mm
Aguja lanera
Marcapuntos
Relleno

  Nota: la elección del gancho depende del grosor de la lana; yo suelo probar con varios hasta que encuentro el que me gusta...
 Por cierto, os pongo también las abreviaciones:
pb = punto bajo
aum = aumento
dis = disminución
pe = punto enano


  Comenzamos con un anillo mágico, como siempre; hay diferentes formas de hacerlos, pero este es el mío: nudo en el gancho, 2 cad, y hacemos los puntos en la segunda empezando a contar desde el gancho. 
  ¡Ah! Ahora que me acuerdo, fui cambiando de color cada dos filas, pero que podéis hacerla como queráis...

   V1 = 6 pb en anillo mágico [6]


   V2 = 6 aum [12]
   V3 = 1 pb, 1 aum; repetir alrededor [18]
   V4 = 2 pb, 1 aum; rep. alr. [24]
   V5 = 3 pb, 1 aum; rep. alr. [30]
   V6 = 4 pb, 1 aum; rep. alr. [36]
   V7 = 5 pb, 1 aum; rep. alr. [42]
   V8 = 6 pb, 1 aum; rep. alr. [48]
   V9-18 = 1 pb en cada punto [48]
   V19 = 6 pb, 1 dis; repetir alrededor [42]
   V20 = 5 pb, 1 dis; rep. alr. [36]
   V21 = 4 pb, 1 dis; rep. alr. [30]
   V22 = 3 pb, 1 dis; rep. alr. [24]
   V23 = 2 pb, 1 dis; rep. alr. [18]
   V24 = 1 pb, 1 dis; rep. alr. [12]
   V25 = 3 dis [6]
     Cerramos con 1 pe y dejamos una hebra larga para poder cerrarla más adelante.


  Ganchilleamos ahora las orejas, una de cada color para que la pelota quede más graciosa.

   V1= 6 pb en anillo mágico [6]
   V2= 6 aum [12]
   V3= 1 pb, 1 aum; repetir alrededor [18]
   V4= 2 pb, 1 aum; rep. alr. [24]
   V5= 3 pb, 1 aum; rep. alr. [30]
     Doblamos la pieza y hacemos 1 pb cogiendo los puntos de los dos lados; seguimos con el resto de puntos hasta el final.

  Hala, ya tenemos una, ahora hacemos la otra... Que igual no os habéis dado cuenta, pero la lana gris que usé era un poco más fina que la azul, así que al hacer la oreja, quedó más pequeña. ¿Solución? hice una vuelta más (4 pb, 1 aum; rep. alr. [36]) ¡y arreglado!


  Cogemos la cabeza, la rellenamos ligeramente y bordamos los ojos y la boca. Originalmente tenía pensado hacerlo en blanco, de hecho lo hice, y luego me pareció que tenía una pinta muy rara, como de perturbado, y lo quité. Cambié por el negro, y definitivamente me gusta más; pero probad y me contáis...


  Seguimos rellenado el animalillo, y cerramos después con la aguja lanera, procurando que quede medio mono.


  Sujetamos las orejas con alfileres, y cuando nos parezca que quedan bien, las cosemos a la cabeza. 
  Por cierto, aseguraos de que está todo bien cosido, es un juguetes para niños y con ellos nunca se sabe...


  Et voilà, ¡pelota terminada!


  Y aquí está de nuevo la pelota original, que parece que quedó más grande; el patrón es el mismo, así que tiene que ser cosa de la lana que utilicé (probablemente también usé otro gancho, vete tú a saber...) Pero que cualquiera de las dos ¡son monísimas!

  Os cuento ahora la complicadísima mecánica del juego, atent@s: la Pirata se sentó en un extremo del pasillo y yo en el otro, le tiré la pelota por el suelo, y luego ella me la devolvió; difícil, ¿eh?
  Así empezamos, luego fuimos cogiendo confianza y terminamos dándonos pelotazos, pero que como no hace daño, ninguna salió herida, aunque sí agotadas ¡y divertidas!

  Estoy pensando que esta nueva pelota-oso se la voy a dar al Bicho, a ver qué hace con ella...

  ¡Nos vemos!
M..